martes, 15 de mayo de 2012

Datan en 37.000 años las representaciones rupestres más antiguas de Francia

Las dataciones en el Abri Castenet (Francia) han proporcionado las representaciones rupestres más antiguas de Francia conocidas hasta el momento, junto con la famosa cueva de Chauvet (un más recientes). Chauvet fue descubierta en 1994 durante una exploración geológica y su datación por medio de carbono 14 supuso una auténtica revolución ya que retrasaba la aparición de las representaciones rupestres hasta hace 32.000 BP. , además de romper con los supuestos evolucionistas en la interpretación de las representaciones parietales. Los sistemas de clasificación del arte suponían una evolución estilística desde las formas más sencillas a las más complejas, con una explosión de las formas naturalistas durante el tecnocomplejo Magdaleniense de los paneles complejos y la bicromía, ejemplificados en los techos de Lascaux y Altamira entre otras. Sin embargo, las características técnicas y la maestría observadas en las representaciones rupestres magdalenienses ya estaban presentes en Chauvet casi 20.000 años antes. En sus paredes se pueden observar algunas de las representaciones más impresionantes de caballos, rinocerontes, leones, mamuts o incluso una lechuza.
Gran panel de Chauvet

El Abri Castenet es un yacimiento arqueológico sito en Sergeac (Dordoña-Francia), en la ribera del río Vézerè, junto con otros abrigos rocosos como el Abri Blanchar (que proporcionó uno de los escasos calendarios paleolíticos documentados). Tiene una profundidad de 23 m y una anchura de 8,5 m. El yacimiento fue excavado por primera vez en las primeras décadas del s.XX por Denis Peyrony y según su primer investigador presentaba dos niveles de ocupación auriñaciense separados por un nivel estratigráfico arqueológicamente pero con bloques desprendidos del techo con evidencias de representaciones. El registro arqueológico era rico en industria ósea en el primer nivel de ocupación, con cientos de adornos personales (conchas y dientes perforados...), evidencias de la capacidad simbólica de los grupos auriñacienses, mientras que el segundo nivel de ocupación mucho más pobre a nivel arqueológico contaba con la presencia de bloques del techo con grabados de al menos cuatro vulvas femeninas y restos de figuras animales en rojo y negro imposibles de definir en la actualidad.

Los nuevos datos obtenidos a partir de la revisión de la excavación antigua y las realizadas en campañas actuales han sido publicados en la revista científica “Proccedings of the National Academy of Sciencies por el equipo internacional de investigación (encabezado por Randall White) encargado de los trabajos en el sitio. Los resultados unifican los dos niveles antiguos en un único periodo de ocupación datado en su inicio en 37.400 y en su final en 36.700 BP. Para su datación se uso C14 en restos óseos animales. El origen de la nueva datación se remonta a la campaña arqueológica de 2007, en la cual varios bloques de caliza desprendidos al colapsar el techo original fueron documentados en contacto con la superficie del nivel arqueológico auriñiaciense. Los bloques presentaban grabados y restos de ocre de las figuras representadas similares a las definidas por Peyrony, con la salvedad de que puede intuirse un bisonte grabado en bajorrelieve. Estos datos y el colapso del techo dejan pocas dudas acerca de quien eran los autores de aquellas primigenias (por el momento) representaciones, los hombres y mujeres del tecnocomplejo auriñaciense. La principal conclusión que extrae Randall, especialista en simbolismo moderno, es que las representaciones de Abri Castenet estarían relacionadas con la vida cotidiana de los auriñacienses.



Una reflexión personal

El Auriñaciense generalmente se asocia a Homo sapiens sapiens, pero son escasos los restos óseos exhumados en los niveles arqueológicos de este tecnocomplejo, apenas dos mandíbulas sapiens con rasgos arcaicos. Los demás restos corresponden piezas dentarias que en un porcentaje de un 85% corresponden a sapiens, mientras que un 15% se han asignado a neandertal. Sin embargo, los dientes no son marcador muy fiable. Estos datos reafirman la autoria de HAM del arte paleolítico. En algunos yacimientos los tecnocomplejos auriñacienses y chatelperronienses se intercalan y estas dataciones tan remotas abren la posibilidad de que los neandertales hubiesen conocido esas representaciones y quién sabe si en algún caso imitarlas.