Cazador apache |
Probablemente si
hiciésemos una encuesta entre un público no especializado sobre la
imagen de los amerindios norteamericanos sus respuestas nos llevarían
a la iconografía construida de ellos en los estereotipos del cine
western clásico. Nos hablarían de tribus nómadas recorriendo las
grandes praderas a caballo siguiendo a las manadas de bisontes para
dar caza a los mejores ejemplares al galope o bien atacando las
caravanas del “hombre blanco” durante la conquista del Far West.
Y aunque algunas tribus
eran nómadas y dependían de la caza del bisonte, la mayoría eran
pueblos sedentarios o semisedentarios con un alto desarrollo
agrícola, cuya dieta era principalmente vegetariana complementada en
ocasiones con la ingesta de proteínas animales procedentes de la
caza y pesca, salvo aquellas tribus adaptadas a climas extremos como
los Inuit de las tundras de Canadá y Alaska. Esto les permitía una esperanza de vida mayor que la de los europeos de la época.
Pero incluso las tribus
nómadas dedicadas a la caza del bisonte no respondían al arquetipo
cinematográfico. El caballo no llegó a las praderas de los
amerindios hasta momentos históricos con la colonización europea,
ejemplares domésticos fugados se asilvestraron y estos fueron
cazados por los nativos.
Nos ocuparemos en este
artículo de analizar el método de caza empleado desde el siglo II
hasta mediados del XVIII, basado mucho más en la inteligencia y la
cooperación que en el heroísmo de grandes cazadores entre la manada
de bisontes. Para ello recurriremos a las fuentes orales de
testimonios de nativos de principios del siglo XX, cuyos testimonios
han sido corroborados por los datos provenientes de la arqueología.
Durante miles de años en
Norteamérica los amerindios emplearon lugares de acoso a los
bisontes para satisfacer sus necesidades de caza. Ejemplo de esto son
los yacimientos de Boarding School (Montana) y Gull Lake. Boarding School fue
excavado en los años 50 por un equipo formado curiosamente por la
tribu de los Pies Negros, descendientes de los cazadores que formaron
el yacimiento. Los amerindios habían aprovechado una pendiente
abrupta del terreno para cercar la parte baja y acorralar a los
bisontes que se veían en una trampa sin salida y desde las vallas de
madera eran matados por los nativos. Las diferentes cacerías dieron
lugar a tres niveles de huesos fósiles que permitieron conocer el
tamaño y la composición de las manadas. El yacimiento resultó ser
de ocupación temporal, fue explotado durante un tiempo prolongado
para en el 1600 convertirse en un lugar de acoso de bisontes en el
que se dio caza a 100 ejemplares, fundamentalmente hembras y crias,
lo que indica una caza en otoño. El siguiente nivel arqueológico
presenta machos y hembras en época de apareamiento, en verano,
momento en que los amerindios preparaban la carne curada (pemmican)
como reserva para el invierno. Se recuperaron 440 puntas de flecha,
lo que indica una necesidad de cuatro o cinco proyectiles por pieza
cazada. Gull Lake (Saskatchewan) es otro cazadero que sigue el patrón
descrito, una ladera abrupta se cerca con madera y la depresión
natural hace de corral donde dar caza sin riesgo a los animales. En
la estrategia de acoso a la manada debería participar gran parte de
la tribu con gritos y fuego que pusiese en estampida a la manada en
dirección a la trampa natural.
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