Las
polémicas dataciones del arte en la cueva de Nerja.
La
primera vez que la arqueología como ciencia tuvo noticias de la
especie de ser humano que posteriormente reconoceríamos como Homo
neanderthalensis corría el año 1829. El hallazgo tuvo lugar en la
región belga de Ingis y a este le sucedería un nuevo cráneo de
neandertal adulto, que se localizó en 1848 en la Península Ibérica,
en una de las cuevas emplazadas en el peñón de Gibraltar conocida
como Forbes. Sin embargo, esos primeros restos del “nuevo hombre”
no alcanzarían la trascendencia que para la ciencia escondían hasta
que en el año 1856 nuevos hallazgos fósiles (una calota craneal y
varios huesos del esqueleto postcraneal) en el valle alemán de
Neander (Düsseldorf) revelaron una forma diferente de ser
humano, un nuevo homínido muy próximo al Homo sapiens. Los círculos
científicos de la época hablaban de uno de los eslabones perdidos
entre el ser humano y el mono. A partir de este momento se iban a
suceder diferentes descubrimientos de neandertales a lo largo de casi
toda Europa y Oriente Próximo a la vez que se iba reconstruyendo una
imagen grotesca de los neandertales, fruto por igual de los
prejuicios de los científicos, impregnados por el paradigma
creacionista e incapaces de aceptar otra especie humana que estuviese
a la altura de Homo sapiens debido a la visión casi omnipotente
impuesta por la intolerancia de la Iglesia de una Tierra creada por
Dios, y de la falta de datos junto con la escasa precisión de los
estudios realizados. La publicación tres años después de los
hallazgos de Neander de la obra de Charles Darwin acerca del origen
de las especies supuso la primera quiebra de la visión cristiana del
origen de la vida, de la cual ya no se recuperaría.
Del
hombre-mono a los estudios genéticos
Una
vez aceptada la existencia de un ser humano anterior al Homo sapiens
comenzó la caracterización de la nueva especie fósil. A principios
del siglo XX la imagen de los neandertales proyectada por la
comunidad científica era simiesca y brutal, con escasas capacidades
intelectuales y emocionales, más cerca de los comportamientos
animales que de los humanos, deforme y feo. Esa imagen tan grotesca
como irreal prevaleció durante gran parte del siglo, y aún hoy es
común entre las masas populares y el público no especializado. Sin
embargo, la acumulación de nuevos descubrimientos arqueológicos y
el desarrollo de nuevas técnicas de estudio han derrumbado esa
imagen como las olas a un castillo de arena. Hoy conocemos las altas
capacidades intelectuales y físicas de los neandertales, quienes
enterraban a sus muertos con ofrendas, cuidaban de sus semejantes que
sufrían la vejez o la discapacidad, empleaban adornos personajes
como colgantes de hueso o conchas, cazaban en grupo, dividían los
espacios de las cuevas de forma funcional como demuestran los hogares
del Abric Romani (Cataluña) o la cama de productos vegetales
documentada en la cueva lebaniega de L´Esquilleu (Cantabria),
situada junto a un hogar.
Pero
más allá de las pruebas arqueológicas los estudios de genética
aplicados a los fósiles de neandertales han logrado descifrar gran
parte de su genoma, aportándonos datos valiosísimos. La
reconstrucción del ADN neandertal nos permite conocer que los
descendientes de las poblaciones europeas y asiáticas compartimos
hasta un 4% de genes neandertales, que el gen del lenguaje (FOXP2)
está presente en estas poblaciones, lo cual deja pocas dudas de que
empleaban un lenguaje complejo, que la presencia del gen MC1R les
proporcionaba una piel pálida y poco velluda, propia de las tierras
con escasa insolación o que habrían tenido el cabello rubio y
algunos de ellos cobrizo, incluso conocemos la presencia del gen ABO
relacionado con los grupos sanguineos.
La
última frontera neandertal
Aunque
estos y otros muchos datos arqueológicos nos proporcionan una imagen
neandertal cercana, profundamente humana, convertida casi un espejo
en el cual palparnos, todavía hay científicos que niegan cierto
umbral de humanidad a los neandertales, anclados en los viejas
teorías se muestran incapaces de aceptar ese golpe de humildad que
supone para el Homo sapiens, la especie elegida…que el neandertal
tuviese una capacidad cognitiva similar a HAM.
Y
en la última frontera neandertal arguyen, cierto es que en base a
una mezcla entre prejuicios y la falta de pruebas concluyentes
con las que se cuenta hasta ahora, que las representaciones rupestres
(mal llamado arte paleolítico) son obra del Homo sapiens, y que Homo
neanderthalensis carecería de sentido estético y simbólico.
La
evidencia de que los neandertales fueron capaces de plasmar sus ideas
a través de representaciones rupestres es posible que sea una
cuestión de tiempo o no, pero uno de los primeros en plantear
abiertamente esa hipótesis en base a ciertas pero no concluyentes
pruebas científicas (indirectas) ha sido el especialista en arte
prehistórico y profesor de la Universidad de Córdoba José Luis
Sanchidrian, quien recientemente ha aportado interesantes datos de
sus estudios en la cueva de Nerja (Málaga), donde dirige los
trabajos de conservación.
Sus
planteamientos: seis focas pintadas por los neandertales
La
cueva de Nerja es una de las más brillantes cuevas con
representaciones rupestres de la Península Ibérica, descubierta en
1970. Entre sus figuras se encuentran 6 representaciones en rojo que
inicialmente fueron interpretadas como pisciformes pero que en la
actualidad existe el consenso de ver en ellas seis focas perfiladas
con ocre rojo. Las seis focas se encuentran en un pequeño
divertículo en las entrañas de la cueva, al que se llega después
de recorrer un kilómetro, y para acceder a él es necesario el
empleo de equipos de espeleología.
Durante
los trabajos de excavación dirigidos por el profesor Sanchidrián se
recogieron varias muestras de carbón a unos escasos diez centímetros
de las representaciones cuyos análisis han proporcionado dataciones
entre 43.500 y 42.300 años (Paleolítico medio), por lo que de ser
cierta la relación entre carbones y representaciones, estas serían
las más antiguas de la humanidad, un dato ya impresionante de por sí
pero que palidece ante la hipótesis planteada por el equipo de
investigación: la mano o las manos ejecutoras de dichas
representaciones era neandertal. Una revolución científica que
derrumbaría uno de los paradigmas más sólidos dentro de la
arqueología, que el arte fue creado por el Homo sapiens durante el
Paleolítico superior. Los carbones provendrían de las lámparas
utilizadas como iluminación para alcanzar un lugar tan recóndito y
llevar a cabo las representaciones o bien habrían sido llevados allí
por visitantes posteriores por lo que deja abierta la posibilidad de
incluso las pinturas sean más antiguas.
Argumentos
de la hipótesis
El
equipo de investigación basa su argumentación además de las fechas
obtenidas por medio del C14 en varios datos. En primer lugar, los
únicos restos fósiles conocidos en la zona para fechas tan antiguas
pertenecen a neandertales, los cuales perviven en la provincia de
Málaga, así como en toda la costa mediterránea murciana y andaluza
hasta hace 30.000 años, asociados a la industria musteriense. Para
fechas, en torno al 40.000 BP, las únicas evidencias conocidas de
Homo sapiens para Europa son los fósiles de la cueva Oase 2
(Rumanía) y los restos arqueológicos indican que la colonización
de Europa se produjo de norte a sur, documentándose por la
progresiva presencia del complejo de industria lítica Auriñaciense,
el cual no llega al sur de la Península hasta hace 30.000 años.
Los
restos recuperados en las diferentes excavaciones arqueológicas nos
proporcionan información sobre la dieta de los neandertales de la
costa andaluza durante finales del Paleolítico medio y principios
del Paleolítico superior. Estos neandertales costeros tenían como
recurso alimenticio el marisqueo y la caza de focas, hecho que
proporciona toda la lógica a la representación de las figuras
datadas.
Por
otro lado, aunque no se ha recuperado ningún fósil neandertal, su
presencia en la cueva de Nerja es segura ya que durante la campaña
de excavación de 2007 quedó documentada la presencia de industria
lítica musteriense, concretamente cuchillos y raederas, fabricada
por neandertales. Los niveles estratigráficos donde se localizaron
fueron datados en 40.000 BP.
La
clave para confirmar la hipótesis es la datación de las
concreciones de calcita que se han formado encima de las
representaciones. Esto permitiría obtener una fecha de referencia a
partir de la cual trabajar con una antigüedad mínima para las
pinturas, y a la vez confirmar las fechas ya obtenidas por medio del
radiocarbono.
Crítica
y alternativa
El
problema de la hipótesis es que aún no puede ser considerada ni
como tal, ya que aún está por publicar junto con el pertinente
estudio científico que la avale y permita la pertinente crítica
científica. Es cierto que los autores aportan datos sugestivos, pero
aún muy poco sólidos aunque razonables.
De hecho, caben otras hipótesis distintas, que la autoría correspondiese a Homo sapiens que hubiesen alcanzado Europa atravesando el Estrecho de Gibraltar y que hubiesen convivido con los neandertales en el sur de la Península entre 15.000 y 20.000 años. Esta tesis rompería con la idea de que la única vía de llegada a Europa se produjo desde Oriente Medio, si bien no hay ningún dato arqueológico ni siquiera que lo insinúe. O bien que los carbones datados nada tengan que ver con las pinturas y se correspondan con dos episodios distintos.
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