miércoles, 29 de febrero de 2012

Paleantropología: Homo floresiensis, la rama hobbit de la familia humana



Liang Bua es una cueva de la Isla de Flores (Indonesia) que en 2003 proporcionó al equipo científico que trabajaba su yacimiento uno de los descubrimientos de la década: la campaña arqueológica rescató los restos de un grupo de Homo hasta entonces desconocido, los fósiles dieron lugar a la clasificación taxonómica de una nueva especie humana, Homo floresiensis, caracterizada fundamentalmente por el pequeño tamaño de su cuerpo y de su cerebro. La datación de los hallazgos por medio del carbono 14, series de uranio y termoluminiscencia es precisa, la edad de los fósiles recorre un periodo entre 90.000 y 12.000 años, sobreviviendo esta especie ampliamente a la enigmática desaparición del Homo neanderthal. El equipo científico estaba dirigido por Mike Morwood y Peter Brown (ambos pertenecientes a la Universidad de Nueva Inglaterra, Australia). El descubrimiento y publicación de los fósiles de esta especie desató una hercúlea polémica en torno a su interpretación que sobrepasó los círculos científicos, alcanzando una notable popularidad en el público en general. Ese debate sigue muy enconado en la actualidad por ser uno de los descubrimientos más desconcertantes de la evolución humana. Más allá de las diferentes posiciones suscitadas, se desprende una consecuencia indiscutible, la evolución del ser humano en la prehistoria reciente es más complicada de lo que los científicos suponían y pone una losa definitiva sobre el concepto de evolución lineal.

Recreación del Homo florensis
              
Los restos fosilizados

En total el registro arqueológico de la cueva indonesia aportó los restos de un mínimo de 13 individuos cuyas características anatómicas recordaban a los personajes de la novela de J.R.R. Tolkien “El Hobbit”. Uno de esos ejemplares de homínido se conserva casi completo, especialmente el esqueleto craneal. El espécimen conocido como LB-1 es la estrella de este grupo. Se puede inferir que es un individuo femenino a partir de erupción dentaria y la anatomía pélvica, y en base a su mezcla de caracteres arcaicos y derivados (modernos) se propuso la clasificación de una nueva especie de Homo.
                
Comparativa del cráneo florensis y del sapiens
Homo floresiensis no superaba el 1,10 m de estatura, con una capacidad craneal de 420 cm³ y una sintomática combinación de rasgos modernos y arcaicos en el esqueleto postcraneal. Así, presenta una clavícula similar a los Australopitecus, alejada de la línea del género Homo y bien adaptada para trepar por los árboles, siendo muy corta y curva, y unos brazos proporcionalmente largos. También uno de los huesos de la muñeca, el trapezoide (Multangulu minus), presenta una morfología arcaica en forma de triángulo. Muy peculiar e igualmente arcaico es el pie de este homínido, más plano que en el Homo sapiens. Llama la atención el tamaño del pie, muy grande respecto al resto del cuerpo.
                 
Su cráneo, a pesar de su reducido tamaño, similar al de un chimpancé, resulta paradójicamente  moderno. Su cerebro tiene una estructuración interna idéntica a la del ser humano moderno, aunque el cerebro no fosiliza queda reflejado en las marcas del endocráneo. El análisis de esas marcas refleja un alto desarrollo del lóbulo temporal donde están el área de Wernicke y el área de Broca que controlan la comprensión del lenguaje y del lóbulo frontal asociada al procesamiento de funciones cognitivas complejas necesarias para la caza y la fabricación de útiles. Todo esto ha llevado a sus descubridores a plantear la capacidad de Homo florisiensis de utilizar un lenguaje complejo. Asimismo su frente huidiza y la falta de mentón son primitivos.
                 
Aún más sorprendente es comprobar cómo estos pequeños humanos fabricaban herramientas de piedra bastante sofisticadas, documentados en los mismos niveles arqueológicos que los fósiles humanos y utilizadas en la caza grupal del stegedon (elefante enano de apenas 1 m) cuyos restos aparecen carbonizados, lo que prueba el dominio del fuego por parte de estos homínidos.
                 
Hipótesis de trabajo, en busca de una explicación
                 
Algunos autores como Teuko Jacob trabajaron con la hipótesis inicial que fuesen Homo sapiens pigmeos con problemas de crecimiento, individuos patológicos con alguna forma de microcefalia. Sin embargo, aunque muchos autores mantienen esta adscripción, existen  argumentos de peso para descartar la hipótesis. Los estudios comparativos con individuos modernos con la patología de microcefalia presentan serias diferencias con respecto a Homo florisiensis. Estos, por otro lado, tienen rasgos arcaicos no presentes en los sapiens.  Además, los individuos afectados por la microcefalia mueren a una edad prematura y la probabilidad de encontrar un grupo de 13 individuos afectados por la misma dolencia es mínima.
                
Los investigadores que realizaron los descubrimientos propusieron como teoría explicativa de la aparición de la nueva especie una evolución regresiva desde las poblaciones de Homo erectus en la isla. De hecho, es la única especie que se documenta en la zona. Argumentan una serie de rasgos compartidos entre ambas especies y la documentación en una cueva cercana herramientas con una antigüedad de más de 800.000 años que parecen recordar a las de la cueva de Liang Bua, pero estas no están asociadas a ningún resto óseo. Además, es un hecho de sobra conocido que en condiciones de insularidad muchas veces las especies animales reducen su tamaño, como en el caso del stegodon.
                 
Una tercera hipótesis postula su evolución a partir de Homo habilis o una especie Homo arcaico no conocida. Si se confirma la hipótesis supondría un nuevo vuelco en torno a la idea que la ciencia tiene de la primera emigración desde África. Implicaría que el Homo floresiensis no redujo su tamaño en la isla de Flores, sino que habría emprendido la emigración desde África ya con sus características anatómicas hace más de 2 m.a., adelantando en muchos miles de años la primera salida de África. Esta tesis se sustenta en el estudio craneal de la paleoantropóloga Dean Falk, quien establece un ancestro común para Homo floresiensis y Homo erectus.
                
 Una alternativa mucho más ajustada a los datos
                 
Un análisis de la globalidad de los datos arqueológicos, geográficos, cronológicos y anatómicos en mi opinión lleva a concluir que Homo georgicus está en la línea evolutiva del hombre de Flores, ya no solo por los muchos rasgos compartidos que presentan sino por la ubicación geográfica y temporal de ambas especies.
                
 Veamos por qué. En primer lugar Homo georgicus está documentado en los yacimientos de Dmasini (Georgia) hace 1,8 m.a. con lo cual el salto cualitativo que supone la salida de África está salvado porque es un hecho ya probado. Resulta difícil de aceptar mientras no se encuentren fósiles que lo atestigüen que ese primer viaje intercontinental lo hubiese realizado alguna especie de Australopitecus, bien adaptados a su nicho ecológico y sin el desarrollo cerebral necesario para tener el impulso de explorar nuevos ecosistemas. Además, la presencia de Homo georgicus en Euroasia en fechas tan tempranas descarta a Homo habilis como el primero en realizar el camino de África a Asia, ya que ambas especies parecen entroncadas con la diferencia de una mayor expansión craneal en Homo georgicus y algunos otros rasgos más modernos. Es lógico pensar que la evolución de habilis a georgicus fue quien dio el salto a Eurasia.
                 
Es posible que Homo georgicus o lo que es casi indudable, alguna especie evolucionada del mismo aún no documentada, con una nueva expansión craneal y algunos otros rasgos modernos, realizase la expansión por el sur de Asia hasta la costa del sudeste asiático. Para explicar la llegada desde Java hasta la isla de Flores, teniendo en cuenta que en épocas de glaciación la regresión del mar emergió importantes zonas ahora sumergidas y por lo tanto la isla quedaría más cercana al continente, existen dos posibilidades: navegación de fortuna ya documentada por ejemplo en la llegada de animales a América desde África o navegación intencionada, pero no parece probable que ni estas especies de Homo ni otras más evolucionadas como Homo ergaster o Homo erectus tuviesen la capacidad técnica y los conocimientos para emprenderla. Una vez en la isla, la reducción del tamaño del cuerpo y el cerebro de Homo floresiensis y una evolución regresiva parece más razonable a partir de la reducción de tamaño bien conocidas en otras especies por razones de insularidad.
                
 Buscando el pasado en el futuro
                
Sin embargo, todo esto aún son indicios y preguntas a la espera de que los futuros descubrimientos de la arqueología nos aporten respuestas satisfactorias. Y en este caso con un inconveniente, el ADN en zonas tropicales se destruye a un ritmo mayor por lo que por el momento no es posible aplicar los últimos avances en genética en la búsqueda del origen de Homo floresiensis.

Iván Díaz              
Diario "Alerta". 

3 comentarios:

  1. Hola Iván!
    Magnífico blog!
    Yo también he creado uno hace poco que quizás te pueda interesar:
    http://observatoriodelnautilus.wordpress.com

    Voy a seguirte durante un tiempo por RSS si no te parece mal.
    Saludos cordiales

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  2. Muchas gracias por tus palabras. Nos leemos.

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  3. como siempre muy interesante, yo también creo que la hipótesis del hombre de las flores es la más proble.

    Por otro lado qué feos eran los pobres..

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