La noticia de un nuevo estudio
sobre restos óseos humanos procedentes de dos cuevas del sudeste asiático ha
sido recogida con excesiva rapidez por la prensa como la documentación de una
nueva especie humana en el ya complejo panorama de la evolución humana. En
realidad, el estudio presentado en la revista científica “PLoS ONE” no permite
la aseveración de tal posibilidad con rotundidad, siendo los propios autores
los que afirman que es tan sólo una de las hipótesis de trabajo. Por lo tanto,
la afirmación del descubrimiento de una nueva especie dentro de la Evolución
Humana sólo se puede enmarcar en la
frenética carrera por ser el primero en publicar una rama más en la poblada
familia de homínidos que conocemos como seres humanos.
Recreación |
Los restos óseos
Los dos conjuntos de fósiles objeto de estudio fueron
recuperados en sendas cuevas chinas durante los años 1979 y 1989 y pertenecen a
individuos con características anatómicas similares. Ambas cuevas son la cueva
de Longlin y la cueva de Maludong, que significa cueva del Ciervo Rojo, y que
ha dado el nombre a esta nueva población “los hombres del Ciervo Rojo”. Durante
el 2008 se retomó el estudio de los tres individuos fósiles de Maludong por
parte de un equipo de investigación internacional formado por científicos
chinos y australianos, mientras que para el individuo de la cueva de Longlin hubo que esperar a 2009, año en que fue extraído del bloque de piedra
donde estaban incrustados los restos fósiles, los cuales se mantenían en la
propia cueva.
Los fósiles presentados corresponden fundamentalmente al esqueleto craneal, siendo escasas las
partes del esqueleto postcraneal recuperadas (algún fémur, sacro…). El trabajo
de los científicos se centró en el análisis de los fragmentos de cráneos, las
mandíbulas y los dientes, los cuales muestran rasgos presentes en poblaciones
de Homo erectus, de Homo neanderthalensis y de Homo sapiens, así como otros totalmente
propios y originales.
La capacidad craneal del “hombre
de los Ciervos Rojos” fue determinada a partir de endomoldes generados por
tomografías computarizadas y se estimó en 1327 cm³, ligeramente por debajo de la media
tanto de las poblaciones neandertales como del hombre anatómicamente moderno,
pero dentro del rango de variabilidad de dichas poblaciones.
Cráneo del Hombre de los Ciervos Rojos |
La descripción de estas poblaciones
asiáticas nos habla de cavidades cerebrales redondeadas con arcos
supraorbitales algo marcados. Además presentan un grosor en las
paredes de sus cráneos importante, con un desarrollo de cara corto y de perfil
plano, así como índice de grosor nasal próximo a las poblaciones neandertales.
Sus mandíbulas apuntaban hacia fuera pero carecían de la clásica barbilla presente
en los humanos modernos. Los escáneres a los que fue sometida la calota
cerebral muestran que denotan semejanza con lóbulos frontales del hombre
anatómicamente moderno, así como una significativa divergencia en sus lóbulos
parietales, los cuales son arcaicos.
Dataciones
El estudio publica el análisis de
los restos óseos de un número mínimo de cuatro individuos datados por
radiocarbono de forma bastante sólida a partir de carbón vegetal recogido
dentro de la cavidad endocraneal (LL1) y
por series de uranio en una horquilla
temporal entre 14.310 ± 340 cal. BP a 11.590
± 160 cal. años BP. No fue posible la datación directa de los huesos por medio
del radiocarbono por la pérdida del colágeno de los mismos. La
estratigrafía del depósito reveló la consistencia de las fechas aportadas por
el radiocarbono en relación a la secuencia estratigráfica. Además, la
composición del depósito sedimentario revela un alto contenido de granos finos
ferrimagnéticos propios de períodos cálidos y húmedos como es el interestadial
Bolling-Allerod (en la transición del Pleistoceno al Holoceno). Un momento en
que en China estaba en marcha los inicios de la neolitización con los primeros
desarrollos de la agricultura.
Hipótesis de trabajo
Aunque los medios de comunicación
se han hecho reflejo de la aparición de una especie nueva de humanos, lo cierto
es que los autores presentan dos hipótesis explicativas de los restos fósiles
en el propio estudio. La primera, es cierto, sugiere la presencia de una nueva
especie humana en los restos de las cuevas chinas, en la cual se observan
rasgos anatómicos modernos, presentes en Homo
sapiens, junto con rasgos arcaicos de poblaciones neandertales y de Homo erectus. La segunda hipótesis
planteada por los autores es que los fósiles representen algún linaje de una
población de Homo sapiens arcaica,
emigrada desde África en un momento anterior a 100.000 años y que en
condiciones de aislamiento genético conservó parte de esos rasgos arcaicos en
el sudeste asiático. Una tercera posibilidad (no planteada en el estudio) sería
que a la llegada de Homo sapiens a la zona intercambiarán genes con las
poblaciones arcaicas asiáticas de Homo
erectus, o alguna otra desconocida, siendo estos cuatro especímenes un
ejemplo de estos híbridos.
Crítica
La explicación más convincente
para estos nuevos fósiles humanos no parece que sea su clasificación como una
nueva especie dentro del árbol
genealógico del ser humano, aunque no es descartable que nuevos hallazgos en el
futuro lo confirmen. Pero por el momento parece una posibilidad más que
arriesgada ante lo exiguo de la muestra estudiada. Tan sólo se conocen datos de su cráneo a partir de unos pocos
fósiles. Se desconoce por completo su esqueleto postcraneal y se echa en falta
el estudio genético de su ADN que apoye su clasificación como especie, ya que
los esfuerzos de los científicos por recuperarlo han sido infructuosos por el
momento. La experiencia nos enseña como la clasificación de las especies de homínidos
a partir únicamente de datos anatómicos extraídos de la Paleoantropología es
cuando menos dudosa y arriesgada. Un ejemplo claro es la cuestión neandertal. Anatómicamente
es indudable que sapiens y neandertal se han de clasificar como especies
diferentes, sin embargo la decodificación del genoma neandertal demostró la
interacción genética entre ambas poblaciones humanas con la presencia de
descendencia fértil, lo que ha hecho a los investigadores cuestionar su
clasificación como especies diferentes. Desde mi punto de vista, la
clasificación de especies requiere además de un estudio anatómico, datos sobre
su comportamiento social, su producción tecnológica y sus formas de vida, y de
la corroboración a través de su ADN.
Quizás lo más sensato sea
trabajar por el momento con la hipótesis de que los nuevos fósiles respondan a
un linaje arcaico de Homo sapiens, sometido a condiciones de aislamiento
genético, y que se configurasen como los antepasados de las actuales etnias
mongoloides, propias de esta zona asiática. Las diferencias físicas con los
Homo sapiens parecen esconder una variabilidad lógica entre diferentes etnias y
si además lo comparamos con Homo sapiens arcaico esas diferencias se ven
atenuadas. De hecho, el rastreo de otros fósiles nos conduce a encontrar las
poblaciones más parecidas en los restos humanos
encontrados en África (Nigeria o
Sudáfrica), datados en torna a hace mas de 100.000 años. Esta tesis se ve
reforzada con el análisis de los aborígenes australianos, los cuales presentan
importantes diferencias con los sapiens ortodoxos sin dejar de serlo.
Hola Iván,
ResponderEliminarexcelente réplica.
Felicidades!
Hola!! Es la primera vez que entro en tu blog y la verdad me ha encantado. Espero no te importe lo incluya entre mis blogs favoritos en mi propia página y utilice tus enlaces para mis propias noticias. Haces un gran trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias Laura
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