Existe el mito popular del hombre de las cavernas
como grupos humanos más bien bestializados, poco desarrollados, con
una cultura escasa, rudimentaria y embrutecidos por unos biotopos
hostiles, hecho que desmienten las pruebas arqueológicas que van
caracterizando a estas sociedades con un grado importante de
complejidad, en las que a partir de los inicios del Paleolítico
Superior se produce una explosión de la vida cultural y social de
estos grupos de cazadores-recolectores que se manifiesta
principalmente en una cada vez más perfeccionada industria lítica,
que se estandariza a la vez que se desarrollan útiles especializados
para cada una de las tareas, también se comienza a documentar la
implosión de útiles trabajados en otras materias primas como el
hueso, las astas o la madera. Las manifestaciones de adornos
personales, las representaciones parietales o en objetos muebles, los
inicios de los instrumentos musicales y de los rituales de inhumación
y el dominio de los ciclos naturales, de los calendarios y de la
astronomía son reflejo de unas sociedades cada vez más complejas,
con un potente acervo cultural, que algunos investigadores han
denominado como sociedades opulentas, incluso se podría hablar de
sociedades del conocimiento. Gran parte del tiempo de estas
sociedades estaría dedicado al ocio y al pensamiento, ya que vivían
en un medio abundante en recursos y del cual tenían un profundo
conocimiento, lo que les permitía dedicar apenas dos o tres horas al
trabajo, a la producción económica, sin apenas pasar épocas de
carestía.
Culturas del Paleolítico superior
En el continente europeo el Paleolítico Superior
comienza a emerger en torno al 40.000 BP, variando según las zonas y
se define por una serie de rasgos como la aceleración del ritmo
histórico en que se producen los cambios, una importante expansión
demográfica, la diversificación de los rasgos culturales,
surgimiento de las representaciones parietales y muebles y la
expansión del Homo sapiens ocupando todo el planeta. Es un
momento críticamente frío, con condiciones climáticas
substancialmente adversas ya que se desarrolla a partir de la cuarta
glaciación dentro del periodo de enfriamiento conocido como Würm.
Dentro del Paleolítico Superior se pueden distinguir diversas
culturas o complejos culturales definidos por los cambios
tecnológicos y rituales, así como una mayor planificación y
eficacia en la explotación de los recursos presentes en la
naturaleza.
Así, el Paleolítico Superior da comienzo con tres
complejos culturales: Chatelperroniense, Auriñaciense y Gravetiense,
que conforman lo que se conoce como Paleolítico Superior Antiguo. La
cultura chatelperroniense-perigordiense es un periodo de transición
desde la última industria lítica del Paleolítico Medio, el
Musteriense. Es este el momento histórico en el que por primera vez
entran en contacto dos poblaciones humanas diferentes en Europa,
sapiens y neandertales. La industria Chatelperroniense se define por
los cuchillos de dorso curvo, alguna industria ósea y la aparición
de adornos personales como colgantes tallados en hueso. Esta nueva
industria lítica es manufacturada fundamentalmente por los grupos
humanos neandertales, que durante este periodo se especializan en la
caza de grandes animales de climas fríos como rinocerontes
lanudos y renos. El siguiente grupo cultural se conoce como
Auriñaciense (33.000-29000 BP), abarca un momento fuertemente
definido por los acusados cambios climáticos en periodos de tiempo
muy cortos, con periodos de mucho frío y máxima extensión de los
glaciares seguidos de temperaturas más suaves. A nivel arqueológico
se define por la presencia de una especie de puntas arrojadizas
fabricadas en hueso conocidas como azagayas. El Gravetiense
(30.000-21.000 BP) presenta una novedad importante, se produce la
proliferación de las figuras femeninas en bulto redondo `Venus
paleolíticas`, que son fabricadas en piedra, hueso o marfil. Los
científicos consideran de forma mayoritaria al Homo sapiens
como el autor de este tipo de industria. Buenos ejemplos de este
periodo los tenemos localizados en Cantabria con yacimientos como las
cuevas de El Castillo, Morín o El Pendo.
Colgantes chatelperronienses procedentes de Francia |
El complejo Solutrense corresponde con el
Paleolítico Superior Medio y abarca un periodo comprendido entre
21.000 a 17.000 BP. Se produce una revolución en la industria lítica
con la aparición de puntas de proyectiles conocidas como hojas de
laurel, con un retoque escamoso que invadía toda la pieza. En la
industria ósea aparecen agujas con ojo para colocar hilos, una
importante innovación con consecuencias profundas en la vida del ser
humano ya que permitió un elaboración más eficaz de la ropa para
protegerse del frío. La cueva cántabra de Covalanas (Ramales
de la Victoria), declarada Patrimonio de la Humanidad junto otros
conjuntos rupestres de la Cornisa Cantábrica, presenta una de las
más impresionantes series de pinturas rupestres del Solutrense.
Por último, el Paleolítico Superior final que
supondría la eclosión de las cuevas con las representaciones
rupestres más espectaculares como es el caso del El Castillo y
Altamira en Cantabria o los grandes paneles de Francia. Este periodo
se conoce como Magdaleniense (17.000 - 10.000 BP). En este momento la
industria ósea presenta una evolución espectacular, aumentando
exponencialmente los útiles trabajados en hueso, se produce la
generalización de arpones para la pesca cuidadosamente tallados.
Mano de la cueva El Castillo |
Tradicionalmente la emergencia del Paleolítico
Superior se ha explicado a partir de la llegada al continente europeo
de clanes de Homo sapiens quienes sustituyen a las poblaciones
de carácter europeo, es decir, a Homo neanderthalensis. Sin
embargo, esta tesis de la sustitución de una población por otra ha
sido seriamente cuestionada por los últimos avances en
paleogenética. El estudio del genoma neandertal ha puesto de
manifiesto la presencia de un importante porcentaje de genes
neandertales en poblaciones actuales no africanas, tomando fuerza la
teoría de la hibridación.
Vida, enfermedad y muerte
Durante el Paleolítico Superior los seres humanos
se agrupaban en grupos de reducidos tamaños, clanes unidos por
parentescos sanguíneos normalmente no superiores a 50 o 60
individuos aunque en ocasiones podían llegar a los dos o tres
centenares, que se concentraban en zonas con una alta riqueza en
recursos naturales. Estos grupos o clanes, bastantes numerosos,
compartían una cultura común como demuestran la difusión
tecnológica de los útiles tallados en piedra o hueso, los adornos
personales, los rituales funerarios y las representaciones
paleolíticas.
La esperanza de vida era relativamente corta, entre
los 40-50 años, edad a la que ya se podía considerar como vejez y a
la que una parte importante del grupo no lograba alcanzar. El momento
crucial en la vida de toda persona en la Prehistoria era el
nacimiento y los primeros años de vida, con una mortalidad infantil
importante, una vez superadas esas etapas el peligro de morir era
mucho menor. Entre las causas más importantes de muerte estaban los
traumatismos producidos en los momentos más arriesgados de la caza,
accidentes laborales que diríamos ahora. Son frecuentes las
fracturas y será en el Paleolítico Superior cuando comiencen a ser
tratadas con prototipos de férulas armadas con corteza de árboles
para facilitar una mejor recuperación del hueso fracturado. Aunque
el ser humano durante el Paleolítico Superior gozó de buena salud y
las enfermedades eran menos frecuentes que en la actualidad, el
registro fósil también nos permite conocer algunas de las
enfermedades que padecieron nuestros antepasados durante la
Prehistoria. Así tenemos documentados casos de reumatismos causados
por el desgaste físico, infecciones, caries, gingivitis, esclerosis,
tuberculosis o carcinomas. Las enfermedades en el ser humano vienen
determinadas en una buena parte por el sistema económico de producción, es imposible
pensar que enfermedades ahora comunes como el cáncer se desarrollen
de forma importante como en la actualidad en un sistema respetuoso con el medio ambiente.
El desarrollo durante el Paleolítico de los sentimientos de
altruismo y solidaridad que nos definen como especie propició la
aparición de los primeros remedios médicos, basados en un profundo
conocimiento de las propiedades medicinales del medio natural y de
sus recursos y en el método ensayo-error.
En este momento se diversifican los hábitats, se siguen aprovechando las cuevas como lugar de habitación pero también como de trabajo, enterramiento y de rituales, aunque los asentamientos al aire libre son más habituales que en cueva. Los primeros pasos de la arquitectura y de las técnicas constructivas permitieron que estas ocupaciones al aire libre presentan una tipología muy variada, tendiendo a adaptarse al medio, llegándose a constituir de forma frecuente pequeños poblados estacionales de hasta 28 cabañas como en el yacimiento de Kostienki (Rusia), donde las cabañas eran de tipo comunal y de un tamaño considerable (35x15 m), aprovechándose la abundante madera del entorno para la construcción del armazón, que era atada con tiras de cuero y cubierta con pieles curtidas. Otro tipo de vivienda se documenta en el yacimiento francés de Pincevent, un asentamiento de cazadores de renos, que emplearon durante el Magdaleniense final en sus cabañas estructuras piramidales con postes de madera entrelazados en la parte superior, siendo recubiertos también con pieles.
Los grupos humanos basaban su economía en la
recolección de frutos silvestres y en la caza de animales salvajes.
Ambas actividades eran colectivas y respondían a una cuidada
planificación, posible gracias a los conocimientos de los ciclos del
sol y la luna, y por tanto al uso de calendarios, que permitían
conocer los movimientos migratorios de las manadas, las épocas de
parto o de maduración de frutos y vegetales silvestres. La caza se
hizo más selectiva, centrándose en animales ungulados como ciervos
y renos, preferentemente individuos jóvenes. Es durante el
Paleolítico Superior cuando se domestica el perro a partir de los
lobos salvajes capturados posiblemente siendo aún lobeznos. Una
novedad económica muy significativa de este periodo es la pesca,
para la cual se desarrollan magníficos arpones en hueso.
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