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jueves, 2 de mayo de 2013

Atapuerca y el método con que se dató por primera vez la Gran Dolina y al Homo antecessor: el paleomagnetismo


En arqueología existen diversos modos de datar los artefactos arqueológicos y los niveles estratigraficos en los que se localizan dichos objetos y las estructuras de construcción asociadas. A grosso modo una primera división de estos métodos nos señala la divergencia entre los métodos de datación relativos y los métodos de datación absolutos.

Los primeros no presentan fechas de calendario si no que clasifican los objetos y los niveles arqueológicos relacionándolos entre sí, de tal forma que determinado objeto es más antiguo o más reciente que otros por su posición en el registro arqueológico. Esto es, los objetos aparecidos en los niveles superiores de un yacimiento son más recientes que aquellos que han sido localizados en los niveles superiores, salvo excepciones como que haya una alteración en la forma natural en que se van acumulando los sedimentos y formando los yacimientos arqueológicos.

Por el contrario los métodos de datación absoluta nos proporcionan una clasificación temporal de objetos y niveles arqueológicos basada en la obtención de fechas calendáricas y son referenciadas normalmente a partir del presente, que por convención se estableció en 1950. En este grupo son muchos los métodos existentes, cada uno de ellos con unas características propias, las cuales no permiten que sean aplicables a cualquier yacimiento ni a cualquier material.

Fases de la reprodución de Homo antecessor
Quizás el más famoso y el más extendido en la arqueología paleolítica sea el carbono 14 o C14. A pesar de ser un método casi irrenunciable en el trabajo arqueológico presenta algunas limitaciones debido a sus propias características implícitas. Al basarse en la desintegración a partir del momento de defunción de las partículas de carbono 14 presente en toda materia orgánica de forma estable durante el periodo de vida, el primer requisito es precisamente ese, que en el yacimiento a datar se conserve materia orgánica. Otro límite que presenta este método es la horquilla temporal para la cual ofrece resultados fiables y esta no excede los 50.000 años B.P., pudiendo llegar en algunos casos hasta los 100.000 aplicando técnicas de AMS. Otros problemas del método se van resolviendo a medida que avanzan las investigaciones, por ejemplo la contaminación de las muestras por contacto con materias orgánicas más recientes o la variación de la cantidad de carbono presente en la atmósfera a lo largo de cada momento histórico.

Pero nos centraremos en el método que permitió una de las primeras dataciones absolutas de algunos de los yacimientos más emblemáticos de la Sierra de Atapuerca (Burgos).

Atapuerca y el paleomagnestismo

En los yacimientos del Paleolítico inferior y medio con fechas tan antiguas como los yacimientos localizados en la sierra burgalesa uno de los problemas que afrontan los investigadores es la obtención de fechas fiables y precisas. Hemos visto que no es posible recurrir a el carbono 14, uno de los métodos disponibles es el paleomagnetismo y fue con este con el se obtuvo la datación inicial del mítico yacimiento de Gran Dolina, enclave cuyos restos fósiles permitieron la nominación de una nueva especie dentro del género homo, Homo antecessor. En 1994 se localizó un cráneo casi completo de un individuo infantil que se denominó “Niño de la Gran Dolina”, posteriormente se han ido recuperando los restos de hasta 6 individuos.

Cráneo de la Gran Dolina
Dibujo de Homo antecessor



El método se basa en una premisa muy sencilla, el campo magnético terrestre sufre variaciones a lo largo del tiempo e incluso inversiones geomagnéticas completas del campo magnético terrestre, colocándose el norte magnético en el sur y el sur magnético en el norte. La inversión más reciente se produjo hace unos 780.000 años y se ha mantenido hasta la actualidad. Estas inversiones quedan reflejadas en las rocas igneas que tienen entre sus componentes óxido de hierro y que han sufrido procesos de calentamiento y enfriamiento, también en determinados estratos sedimentarios con componentes de origen mineral. Los niveles arqueológicos donde fueron recuperados los restos de Homo antecessor en la Gran Dolina presenta un campo magnético invertido con lo cual se pudo datar en una fecha mínima de 780.000 años, lo que convirtió en su momento a esos fósiles en los restos humanos más antiguos de Europa. Actualmente desbancados de dicho honor por el recientemente documentado diente de Orce.



Los datos se obtienen a partir del estudio de materiales geológicos. El desarrollo de los estudios ha permitido establecer diferentes periodos de polaridad normalizada (Gauss, Bruhes) y polaridad inversa (Gilber, Matuyama). Entre estos periodos de polaridad normal o inversa se han ido intercalando pequeños periodos de polaridad contraria con una duración aproximada de 100.000 años. Además, existen diferencias regionales en el campo magnético para cada momento por lo que es necesario un estudio preciso en cada lugar.

Una variación de este método es el arqueomagnetismo, el cual puede datar materiales como la cerámica, los hogares o suelos con una importante precisión pero que tiene la limitación de poder datar más de 10.000 BP.


Más datos sobre la datación de la Gran Dolina, aquí.

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