En arqueología existen
diversos modos de datar los artefactos arqueológicos y los niveles
estratigraficos en los que se localizan dichos objetos y las
estructuras de construcción asociadas. A grosso modo una primera
división de estos métodos nos señala la divergencia entre los
métodos de datación relativos y los métodos de datación
absolutos.
Los primeros no presentan
fechas de calendario si no que clasifican los objetos y los niveles
arqueológicos relacionándolos entre sí, de tal forma que
determinado objeto es más antiguo o más reciente que otros por su
posición en el registro arqueológico. Esto es, los objetos
aparecidos en los niveles superiores de un yacimiento son más
recientes que aquellos que han sido localizados en los niveles
superiores, salvo excepciones como que haya una alteración en la
forma natural en que se van acumulando los sedimentos y formando los
yacimientos arqueológicos.
Por el contrario los
métodos de datación absoluta nos proporcionan una clasificación
temporal de objetos y niveles arqueológicos basada en la obtención de
fechas calendáricas y son referenciadas normalmente a partir del
presente, que por convención se estableció en 1950. En este grupo
son muchos los métodos existentes, cada uno de ellos con unas
características propias, las cuales no permiten que sean aplicables
a cualquier yacimiento ni a cualquier material.
Fases de la reprodución de Homo antecessor |
Quizás el más famoso y
el más extendido en la arqueología paleolítica sea el carbono 14 o
C14. A pesar de ser un método casi irrenunciable en el trabajo
arqueológico presenta algunas limitaciones debido a sus propias
características implícitas. Al basarse en la desintegración a
partir del momento de defunción de las partículas de carbono 14
presente en toda materia orgánica de forma estable durante el
periodo de vida, el primer requisito es precisamente ese, que en el
yacimiento a datar se conserve materia orgánica. Otro límite que
presenta este método es la horquilla temporal para la cual ofrece
resultados fiables y esta no excede los 50.000 años B.P., pudiendo
llegar en algunos casos hasta los 100.000 aplicando técnicas de AMS.
Otros problemas del método se van resolviendo a medida que avanzan
las investigaciones, por ejemplo la contaminación de las muestras
por contacto con materias orgánicas más recientes o la variación
de la cantidad de carbono presente en la atmósfera a lo largo de
cada momento histórico.
Pero nos centraremos en
el método que permitió una de las primeras dataciones absolutas de
algunos de los yacimientos más emblemáticos de la Sierra de
Atapuerca (Burgos).
Atapuerca y el
paleomagnestismo
En los yacimientos del
Paleolítico inferior y medio con fechas tan antiguas
como los yacimientos localizados en la sierra burgalesa uno de los
problemas que afrontan los investigadores es la obtención de fechas
fiables y precisas. Hemos visto que no es posible recurrir a el
carbono 14, uno de los métodos disponibles es el paleomagnetismo
y fue con este con el se obtuvo la datación inicial del mítico
yacimiento de Gran Dolina, enclave cuyos restos fósiles
permitieron la nominación de una nueva especie dentro del género
homo, Homo antecessor. En 1994 se localizó un cráneo casi completo
de un individuo infantil que se denominó “Niño de la Gran
Dolina”, posteriormente se han ido recuperando los restos de
hasta 6 individuos.
Cráneo de la Gran Dolina |
Dibujo de Homo antecessor |
El método se basa en una
premisa muy sencilla, el campo magnético terrestre sufre variaciones
a lo largo del tiempo e incluso inversiones geomagnéticas completas
del campo magnético terrestre, colocándose el norte magnético en
el sur y el sur magnético en el norte. La inversión más reciente
se produjo hace unos 780.000 años y se ha mantenido hasta la
actualidad. Estas inversiones quedan reflejadas en las rocas igneas
que tienen entre sus componentes óxido de hierro y que han sufrido
procesos de calentamiento y enfriamiento, también en determinados
estratos sedimentarios con componentes de origen mineral. Los niveles
arqueológicos donde fueron recuperados los restos de Homo
antecessor en la Gran Dolina presenta un campo magnético
invertido con lo cual se pudo datar en una fecha mínima de 780.000
años, lo que convirtió en su momento a esos fósiles en los restos
humanos más antiguos de Europa. Actualmente desbancados de dicho
honor por el recientemente documentado diente de Orce.
Los datos se obtienen a
partir del estudio de materiales geológicos. El desarrollo de los
estudios ha permitido establecer diferentes periodos de polaridad
normalizada (Gauss, Bruhes) y polaridad inversa (Gilber, Matuyama). Entre estos periodos
de polaridad normal o inversa se han ido intercalando pequeños
periodos de polaridad contraria con una duración aproximada de
100.000 años. Además, existen diferencias regionales en el campo
magnético para cada momento por lo que es necesario un estudio
preciso en cada lugar.
Una variación de este
método es el arqueomagnetismo, el cual puede datar materiales como
la cerámica, los hogares o suelos con una importante precisión pero
que tiene la limitación de poder datar más de 10.000 BP.
Más datos sobre la
datación de la Gran Dolina, aquí.
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