Igual que resulta difícilmente
aceptable la utilización del término arte para referirse a las representaciones
parietales y muebles del Paleolítico superior, aunque sea un término extremadamente
difundido incluso entre la literatura científica, también me resulta discutible
que el término música se pueda aplicar con rigor a las primeros sonidos
rítmicos obtenidos por el ser humano. A pesar de esto emplearemos el término
música de forma utilitaria para acercarnos a un fenómeno del cual apenas
existen datos en el registro arqueológico y del que poco sabemos de cual pudo
ser su verdadera función dentro del entramado social de los grupos humanos
primitivos. Sin duda los primeros instrumentos musicales formaban parte del
propio cuerpo del ser humano, utilizando las cuerdas vocales y las palmas de
manos y pies a modo de percutores corporales para producir sonidos rítmicos y
tribales, quién sabe si también armónicos. Poco a poco fueron desarrollándose
instrumentos utilizando como base material pieles, conchas, huesos, piedras o
madera.
Es evidente que si el registro arqueológico nos da
pruebas indiscutibles de instrumentos de la familia de viento y percusión para
producir sonidos armónicos en momentos remotos, hace unos 40.000 años en los
albores del Paleolítico superior, la `música` debió formar parte del ser humano
muchos años antes. Entre los instrumentos prehistóricos de viento tenemos las
flautas, las bramaderas, las zumbadoras, las ocarinas y los silbatos. De los
instrumentos de percusión podemos señalar sonajas de conchas, xilófonos o
baterías.
La flauta de Divje
Babe
Divje Babe es una cueva sita al noroeste de Eslovenia con
depósitos musterienses, ocupada por grupos humanos de Homo neanderthalensis,
donde en 1995 el arqueólogo Iván Turk desenterró la primera flauta conocida,
fabricada a partir del hueso fémur de un osezno joven, de apenas dos años, con
una datación por C14 de 43.100 ± 700 B.P. (Paleolítico medio), aunque la
datación de los niveles arqueológicos en los que se documentó se datan en una
edad geológica entre 42.000 y 80.000 años. La flauta, con una longitud original
de 37 cm, presenta 5 perforaciones en forma de orificios, cuatro a un lado y un
quinto en la parte posterior, justo para ser tapado con el dedo pulgar. Los dos
orificios centrales se conservan completos mientras los dos agujeros de los
extremo sólo se conservan en parte ya que el hueso ha sido fracturado por
procesos postdeposicionales.
Flauta neandertal |
La publicación de ese hueso como un instrumento musical
desató una polémica importante, siendo negado el carácter intencional por gran
parte de la comunidad científica. Detrás de este rechazo se esconden los muchos
prejuicios hacia las capacidades cognitivas y simbólica del Homo
neanderthalensis, ya que instrumentos similares aparecidos en niveles
arqueológicos auriñacienses y gravetienses asociados al Homo sapiens han sido
aceptados sin muchos reparos como instrumentos con finalidad musical. Sus
detractores argumentan que los orificios son fruto o bien de la casualidad en
la que intervienen procesos naturales o bien de la acción de carnívoros que
muerden los huesos para acceder a la médula ósea. Resulta demasiado frecuente
entre algunos científicos recurrir a la casualidad como explicación cuando
aparecen pruebas de un comportamiento complejo entre los grupos neandertales,
hecho este que se cae por su propio peso ante la cada vez mayor acumulación de
pruebas. Esta discusión transciende la mera interpretación correcta de un
artefacto arqueológico, tiene consecuencias e implicaciones importantes que van
más allá, pues su aceptación supondría admitir que a tenor de las pruebas que
los primeros pasos de los sonidos armónicos musicales corresponderían a Homo
neanderthalensis y no a Homo sapiens, aspecto difícil de aceptar por algunos
investigadores conservadores ya que colocaría las capacidades cognitivas y
simbólicas de los neandertales a la altura del hombre anatómicamente moderno.
¿Qué pruebas existen para sostener el origen antrópico de
los agujeros realizados en el fémur de cueva Dijve Babe y por lo tanto de su
interpretación como un instrumento musical de viento?. En primer lugar, tres de
los agujeros están colocados a una distancia equidistante y un cuarto un poco
menos, por otro lado sería realmente asombroso que el único agujero presente en la parte
trasera del hueso hubiese sido también resultado de la mordedura de un
carnívoro. La proporcionalidad entre los orificios es importante ya que esto es
lo que permite establecer las relaciones diatónicas entre los sonidos. Además,
los análisis hechos a otros huesos con perforaciones claramente atribuibles a
carnívoros presentan una forma de tendencia ovalada y diferentes tamaños
mientras que las perforaciones de la flauta de Divje Babi son perfectamente
circulares y cada agujero tiene un diámetro similar al resto. Es destacable que
en la flauta eslovena no quedan restos de médula ósea ya que ha sido vaciada
intencionalmente, hecho que no se detecta cuando los agujeros de los huesos
responden a mordeduras de carnívoros. A estos datos hay que añadir que en el
propio yacimiento y en los niveles en que se documentó el hueso perforado se
hallaron herramientas líticas puntiagudas perfectamente preparadas para
realizar perforaciones en materiales más o menos blandos como huesos o madera.
Arqueología
experimental
Ante las fuertes
críticas recibidas el arqueólogo Iván Turk y el musicólogo Bobi Fink se
preguntaron si un instrumento de esas características podía reproducir notas
musicales, o incluso si se podrían interpretar piezas de música contemporánea.
Para comprobar la verisimilitud de su hipótesis recurrieron a la arqueología
experimental reproduciendo todo el proceso de fabricación del instrumento,
creando una réplica exacta de la flauta en fémur de oso. El equipo de
investigación utilizó en el experimento las mismas herramientas puntiagudas localizadas
en los estratos musterienses del yacimiento. El resultado superó lasexpectativas, ya que Bobi Fink (músico profesional) pudo incluso interpretar elfamoso `Himno de la alegría` con una sonoridad casi perfecta.
La flauta de Hohle
Fels
Flauta de Hohle Fels |
En el registro
arqueológico del Paleolítico superior existen numerosos instrumentos musicales
interpretados como tales sin estar cuestionados como en el caso anterior. En el
yacimiento alemán de Hohle Fels (Valle de Ach) en 2008 se encontró un grupo de
ocho flautas de época auriñaciense asociadas a Homo sapiens, trabajadas
cuatro de ellas en marfil y otras cuatros en los huesos largos de diferentes
animales. La flauta mejor conservada se recuperó fragmentada en una docena de partes
y se restauró en el laboratorio de forma casi completa. Estaba tallada en el
radio de un buitre leonado (Gyps Fulvus), de 21,8 cm de longitud y 0,8 cm de diámetro
con cinco agujeros repartidos a lo largo de la flauta. Para la datación de
estas piezas se han usado dos métodos diferentes, el radiocarbono y la termoluminicescia, que
aportan fechas que van desde los 37.000 a los 40.000 años B.P.
Otras flautas
A lo largo del
Paleolítico superior se han documentado varias flautas con diferentes
cronologías como Dolci Vestonic (Paleolítico superior inicial), Isturitz
(gravatiense) o las flautas de La Guelga, la Paloma o Le Placard
(Magdaleniense) pero cerraremos este pequeño repaso con dos ejemplares
cántabros procedentes de la Cueva del Castillo (Puente Viesgo) cuya cronología se remonta al magdaleniense.
Música y Paleolítico superior
Parece evidente que desde
principios del Paleolítico superior, y quizás desde finales del Paleolítico
medio, los grupos humanos de cazadores-recolectores empleaban diferentes
instrumentos para producir sonidos de forma cotidiana. La cuestión más difícil
de determinar es que función jugaban esos instrumentos musicales dentro del
entramado social prehistórico, cual es el significado que esconden estos
instrumentos que han llegado hasta nosotros en forma de objetos arqueológicos.
Algunos de los silbatos documentados han sido interpretados como instrumentos
de ayuda para la caza, sirviendo como reclamo para la captura de aves. Pero sin
duda, la música debió jugar un papel cohesionador dentro de la sociabilidad de
los grupos humanos prehistóricos donde los aspectos lúdicos de la música y la
danza debieron llenar las largas tardes y noches invernales y otoñales en torno
al calor de los hogares en las cuevas en espera de las épocas del año más
propicias para la caza y la recolección y servirían también como elemento
dinamizador en las celebraciones festivas o rituales.
Música con la flauta neandertal
http://lacienciadivulgativa.blogspot.com.es/2012/03/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html
Fantástica entrada. Trabajo temas de sociología de la música y aún sigo buscando algo que conecte tiempos y sociedades tan lejanas. La escasez de evidencias lo dificultan.
ResponderEliminarUn abrazo,
Manuel Herrera-Usagre
Gracias Manuel. Creo q la música del Paleolítico se parecería más a los sonidos de naturaleza, como imitación q a nuestra música
ResponderEliminarhttp://www.lavozdegalicia.es/video/lemos/folgoso-do-courel/2015/03/03/musica-estalactitas-cuevas-courel/00311425401924975888950.htm#
ResponderEliminarsin duda la percusión fue uno de los primeros modos de expresar ritmos y, según el ejemplo del vídeo, por qué no melodías. Y lo bien que suena en la cueva.