El yacimiento de
Schoningen en Alemania se encuentra en unas explotaciones mineras de
lignito (carbón vegetal) al aire libre, el cual proporcionó ocho
lanzas que son, por el momento, los artefactos de madera más
antiguos conservados, datados en una cronología aproximada de unos
400.000 años (Paleolítico inferior), su estado de conservación es
espectacularmente bueno. Fueron documentadas en la asociación con
los restos óseos de grandes herbívoros entre ellos numerosos
caballos. El estudio microscópico de los restos óseos permitió
comprobar marcas de descarnado, lo que constituye la prueba
irrefutable de que los grupos humanos preneandertales que fabricaron
las armas eran activos cazadores con un importante dominio del
medioambiente que habitaban. Aunque la madera es una materia prima
perecedera bastante difícil de documentar en los yacimientos del
Paleolítico inferior y medio las especiales condiciones del yacimiento alemán
en que se preservaron las lanzas, enterradas en una turbera con altas
condiciones de humedad, ha permitido que llegaran casi intactas
hasta el momento de su exhumación.
Descripción de los
restos
Homo heidelbergensis
es la especie humana que está detrás de la fabricación de estos
útiles de caza. El proceso mental que conlleva su fabricación es
complejo, por lo que exige un desarrollo cerebral importante debido
a la problemática planificación y el diseño sofisticado necesario
para tallar en madera estas lanzas. El hallazgo de las lanzas de
Schoningen puso fin a la polémica de si especies humanas anteriores
al Homo sapiens había sido capaces de practicar la caza
mayor. Homo heidelbergensis debía poseer además un
importante conocimiento de las materias primas de las que disponía
en su nicho ecológico ya que empleó madera de pícea (abeto),
talaron los troncos y los fueron desbastando hasta llegar al interior
del árbol cuyas características de dureza son las más propicias
para fabricar herramientas destinadas a actividades cinegéticas.
Las lanzas tienen un
diámetro de 47 mm y tres de ellas fueron localizadas completas con
una longitud de 1,82, 2,25 y 2,30 metros. Un cuarto ejemplar
superaba los 2 m pero se rescató de las tierras de la turbera ya en
cuatro fragmentos. Las otras cuatro no se pudieron recuperar
completas. Estas jabalinas del Pleistoceno medio presenta un peso
variable de alrededor de dos kilos, se distingue las puntas muy
afiladas y hacia la mitad de su longitud se produce una pequeña
angulación. Del análisis de sus características se colige un pensamiento complejo que va más allá de una simple talla de un palo
aguzado, sino que hay un
estudiado diseño, con un reparto de los pesos que permiten ser
lanzadas a larga distancia, una sofisticada tecnología que las
asimila a las modernas jabalinas de la competición atlética. El
mayor peso se repartía hacia la punta, lo que desplazaba el centro
de gravedad y permitía una vez alcanzada la máxima altura un
descenso más o menos vertical en el cual se adquiría la velocidad
necesaria para clavarse sin dificultad en la diversas presas. Otro
aspecto tecnológico que permite estudiar las lanzas es el control
del fuego, que además de proporcionar luz y calor, daba seguridad
ante los depredadores y permitiría procesar los alimentos. Homo
heidelbergensis emplea el fuego para endurecer las puntas de las
danzas, mejorando su resistencia y facilitando así su penetración
en la piel animal.
Los hallazgos de
materiales arqueológicos se complementaron con una estaca de 78 cm y
un diámetro de 3 cm para los que los investigadores no ha aportado
una explicación convincente: armas arrojadizas para adormecer a las
presas al golpearlas. Además aparecieron tres hogares bien
conservados relacionados con el procesamiento de las piezas de la
caza.
Arqueología
experimental
Un estudio del
antropólogo Bruce Hardy (Kenyon College, Ohio) se propuso comprobar
de que modo se emplearon estas lanzas durante la caza, si fueron
usadas como proyectiles o bien se clavaban a corta distancia. Para
ello se realizaron réplicas exactas de las mismas que con la ayuda
de una ballesta se dispararon contra pieles de vaca y de oveja
rellenas de gel de balística. Los resultados no fueron nada
concluyentes, en los lanzamientos desde 29 m la danza sobre animales
de piel fina (oveja) rebotaban. El propio Hardy admitía que era
indudable que Homo heidelbergensis había dado muerte con esas
lanzas a animales de gran tamaño por lo que los resultados se veían
lastrados por algún factor no detectado.
Schoningen
Homo heidelbergensis
es un linaje propiamente europeo que evolucionó en condiciones de
aislamiento genético desde las poblaciones de Homo antecessor
(Sierra de Atapuerca cierra) hasta la formación de los rasgos
fundamentales que dieron lugar a las poblaciones neandertales
clásicos como adaptación a las condiciones medioambientales en
Europa. Es probablemente la humanidad físicamente más potente que
haya existido, con una altura de 1, 80 m y una masa corporal de 105
kg.
Sin embargo, esa potencia
física ya va acompañada de una importante expansión cerebral y de
sus capacidades cognitivas. Además de los aspectos ya referidos de
dominio tecnológico desprendidos del análisis de las lanzas existen otras pruebas que ahondan que las capacidades intelectuales de esta
especie. El dominio del fuego está perfectamente documentado para
esta especie (500.000-200.000 años). La reunión en torno al hogar
hace evolucionar hacia formas más complejas las relaciones
interpersonales con las lógicas consecuencias en la vida social. Una
de ellas es la caza colectiva o en grupo. El yacimiento de
Schoningen se encuentra a orillas de un antiguo lago donde los
herbívoros se acercaban a beber durante el Pleistoceno y allí los
grupos humanos que fabricaron las lanzas los daban caza por medio de
emboscadas grupales. Sin duda, al calor del fuego, Homo
heidelbergensis comenzó a preguntarse por el significado de la
muerte y en consecuencia se desarrollaron las primeras formas
de enterramiento, al menos esto es lo que sostiene el equipo de
investigación de los yacimientos de Atapuerca. Como prueba de ello
se han esgrimido los restos óseos de la Sima de los Huesos, una
acumulación intencionada de cadáveres de al menos 32 individuos
cuyos investigadores han atribuido una simbología ritual por la
asociación con un bifaz de magnífica calidad.
El pleistoceno medio
Las lanzas de Schoningen
permiten hacer estudios de los anillos de crecimiento de la madera en
la que están fabricadas y los resultados arrojan unos ritmos de
crecimiento lento relacionados como un clima frío y más bien seco.
Es una época marcada por las glaciaciones en Europa con temperaturas
bastante más frías que las actuales, esas condiciones provocan una
expansión de las zonas glaciares y la regresión del mar, con
especies de fauna adaptadas a las zonas de estepas, tundras, taigas y ambientes árticos.
Lanza de Schoningen |
La supervivencia de las
poblaciones de Homo heidelbergensis en un clima tan adverso
sólo fue posible gracias a las ventajas que reportó el control del
fuego y el uso de pieles animales como abrigo contra el frío. Aunque
no se han encontrado restos arqueológicos que documenten el uso de
ropas, éste se puede inferirse del estudio de las huellas de uso en
el utillaje lítico, las cuales demuestran que estas poblaciones
dominaban las técnicas del curtido de pieles.
Como zonas de hábitat se
tiene la imagen de la ocupación de abrigos y las entradas de las
curvas pero también fueron habituales en la Europa del Pleistoceno
medio la ocupación de campamentos al aire libre. Así, se han
documentado cabañas en algunos yacimientos como los de Terra Amata
(Francia) con una organización espacial compleja y una división
definida por actividades. Sobre la arena de una antigua playa se
levantó una cabaña de forma oval con ramas entrelazadas en el techo
y rodeada de cantos grandes, en el centro de la cabaña se localizaba
hogar. Pero las cabañas no sólo se construían en campamentos en el
exterior, sino que dentro de las cuevas también se dotaban de un
espacio más acondicionado. Un ejemplo de cabaña en el interior de
cueva se documenta en el yacimiento francés de Lazaret (Niza), con
unas dimensiones de 11 × 3,5 m y de forma rectangular. La técnica
constructiva consistía en un armazón de tablones de madera hincados
en el suelo y recubiertos de piel ajustadas mediante piedras
perimetrales. La cabaña contaba con dos entradas situadas hacia el
interior de la cueva y un muro protector de vientos en la entrada de
la cueva. El interior se dividía en dos estancias cuyos suelos se
cubría con dramas y pieles para dormir.
Recupero este artículo del 13/02/2011 en el diario "Alerta" (Cantabria)
Con posterioridad a este articulo se publicaron unas puntas en Sudáfrica datadas en 500.000 años como bien me ha recordado el compa David del blog Prehistoria al día. Os pongo aquí el articulo que publicó en su blog http://prehistorialdia.blogspot.com.es/2012/11/lanzas-con-puntas-de-piedra-hace-500000.html
Con posterioridad a este articulo se publicaron unas puntas en Sudáfrica datadas en 500.000 años como bien me ha recordado el compa David del blog Prehistoria al día. Os pongo aquí el articulo que publicó en su blog http://prehistorialdia.blogspot.com.es/2012/11/lanzas-con-puntas-de-piedra-hace-500000.html
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