Indagar el origen de los
enfrentamientos bélicos en el pasado, en el seno de las sociedades
prehistóricas, es una tarea ardua y espinosa, ya que a la habitual
precariedad de evidencias arqueológicas además hay que sumarle la
dificultad de diferenciar entre los episodios de violencia
individual, más o menos palpables en los fósiles del registro
arqueológico, de los primeros actos que pueden entenderse como actos
de guerra. Por ello hemos de comenzar acotando los términos con los
que podemos definir la guerra. Una cuestión sustancial en el
concepto de guerra es la discusión acerca de su carácter cultural,
es decir, que surge como un fenómeno social en un momento histórico
como consecuencia de un desarrollo económico, social y cultural
importante, o por el contrario, como defienden algunos autores, la
guerra está latente en nuestro bagaje biológico, y una primera
expresión de esa biología guerrera se formularía en la caza. Sin
embargo, las pruebas arqueológicas y etnográficas existentes
parecen desechar esta posibilidad, ya que existen sociedades que no
han conocido ni conocen la guerra en su seno, por lo que habría que
caracterizarla como un hecho social que responde a cuestiones
materiales.
Pero comencemos por
definir lo que hemos de entender por guerra. En primer lugar es un
enfrentamiento entre un grupo significativo de individuos, ya sean
individuos miembros de un misma etnia o grupo social o de otros
diferenciados. Esa violencia tiene que estar desasociada de los
brotes de violencia cuyos factores desencadenantes tienen raíces más
o menos personales. El origen de la guerra tiene un componente
político en su sentido más amplio, los primeros enfrentamientos
bélicos emergen por el control del territorio de los primeros grupos
humanos que desarrollan un proceso de patrimonialización de ese
territorio y que se veían amenazado ese territorio por la presión
demográfica. Asociado a este proceso o más bien como consecuencia
de esto se estable una lucha por el acceso a los recursos de esos
territorios, lo que provoca lo que se conoce como sobrepoblación
ecológica.
¿Origen paleolítico
o neolítico?
Existen dos posturas
encontradas a la hora de definir en qué momento de la Prehistoria se
producen los primeros comportamientos violentos asociados a la
guerra. Por un lado están aquellos investigadores que defienden un
origen paleolítico de la guerra como desarrollo último de la caza,
y por otro, los científicos, influenciados por el materialismo
marxista, que asocian la aparición de la guerra con las sociedades
complejas del Neolítico y las desigualdades.
Las primeras pruebas de
muertes violentas se remontan al Paleolítico Superior (45.000-12.000
BP), incluso existe alguna evidencia durante el Paleolítico Medio
aunque estas resultan más discutidas entre los especialistas. La
interpretación de las pruebas de ambos periodos como actos de guerra
son más que dudosas, aunque algunos autores han querido ver en ellas
el origen de la guerra y la evidencia de comportamientos bélicos en
las sociedades de cazadores-recolectores, atribuyendo a estos grupos
humanos un importante comportamiento bélico, incluso superior al
presente en las sociedades modernas. Estos argumentos son bastante
débiles y en realidad esconden los prejuicios ideológicos que
buscan la justificación de la violencia actual en el pasado, como
forma de justificar el orden establecido.
Calco del hombre con arco del abrigo de Olivanas |
Veamos algunos de los
argumentos esgrimidos. En la frontera italo-francesa se localizan la
Cueva de Grimaldi (Liguaria), cuya ocupación más antigua se remonta
a hace unos 35.000 años B.P., en ella se documentaron los restos
fósiles de un individuo infantil que murió a consecuencia de las
heridas provocadas por la punta de un proyectil que se alojó en una
de sus vertebras. Ejemplos similares de muertes violentas en que se
han recuperado armas incrustadas en fósiles óseos los tenemos en la
Cueva de San Teodoro (Sicilia) y en Montfort-su-Lizier (Francia), así
como en algunas otras. Por otro lado algunas de las representaciones
parietales de las cuevas paleolíticas con figuras antropomorfas han
sido interpretadas como individuos heridos por flechas, se citan como
argumentación entre otras las cuevas de Combel (Francia), Pech-Merle
o Plagicci (Italia).
Abrigo de Olivanas-Arte levantino |
Por último arguyen los
avances tecnológicos relacionados con la eficacia de las armas que
se produce en el Paleolítico, como el propulsor, el arco, las
boleadoras o las mazas, las cuales multiplican la fuerza humana. Sin
duda, de todos estos avances el más significativo es el del arco,
que fue inventado probablemente durante el Magdaleniense (último
periodo del Paleolítico Superior). Resulta discutible que todos
estos desarrollos técnicos respondiesen a necesidades guerreras
durante este periodo, estando sin duda relacionados con las
actividades cinegéticas.
El Neolítico
Será en este periodo
cuando se puede hablar de un origen indiscutible de las guerras a la
luz de las primeras evidencias arqueológicas de enfrentamientos
bélicos dignos de recibir ese nombre. En el Neolítico como
consecuencia del nuevo sistema productivo se van produciendo una
serie de cambios que larvan las condiciones necesarias para el
surgimiento de las primeras guerras. Los grupos humanos abandonan el
nomadismo o seminomadismo definitorio de las etapas precedentes,
creando los primeros poblados y aldeas estables que llevan consigo
una territorialización latente de las tierras circundantes, la
acumulación de excedentes a partir de la ganadería y la
agricultura, así como otros bienes como por ejemplo objetos de
adorno a los que se asocia cierto prestigio social, la creación de
la religión con dioses que idealizan al ser humano y de las
ideologías, son todos factores determinantes para el estallido de
las primeras guerras. A este conjunto de factores interrelacionados
hay que sumar la explosión demográfica sin precedentes que el mundo
experimentó al amparo de la multiplicación de recursos que
significó la domesticación de los animales y especies vegetales
salvajes. Este crecimiento poblacional incrementó la competencia
territorial.
Torre de la muralla neolítica de Jericó |
Las circunstancias antes
descritas permiten observar un progresivo proceso de militarización
sociado a las protociudades neolíticas. De este modo en el registro
arqueológico se comienzan a documentar los primeros sistemas
defensivos en torno a las ciudades. En el neolítico palestino, desde
momentos iniciales aún sin el uso de la cerámica (10.350 a. C.
a 9370 B.P.), en la ciudad de Jericó, un asentamiento superior
a los 38.000 m², el desarrollo del urbanismo va incorporando la
implementación de una gran muralla de piedra y de torreones de
carácter defensivo como medida preventiva de los ataques de grupos
en busca de las riquezas acumuladas por los agricultores, ganadores y
comerciantes de la ciudad. Pero más allá de los ejemplos más
espectaculares, en el Neolítico se generalizó el uso de fosos
concéntricos en torno a los poblados, probablemente reforzados con
empalizadas de madera, signo inequívoco del incremento de la
violencia política.
Las pinturas de guerra
Además, para fundamentar
el origen neolítico de la guerra tenemos un testigo de excepción de
la época: las representaciones parietales macroesquemáticas. Las
sociedades de agricultores y ganaderos, al igual que en el
Paleolítico, fueron creadores de un arte que usando las paredes de
las cuevas reflejó su cosmovisión. En la Península Ibérica ese
arte se concentra en yacimientos de la zona de Levante (se conoce
como arte levantino). En ocasiones estas sociedades neolíticas
reflejaron escenas bélicas que constituyen un documento excepcional
para rastrear el origen de la guerra.
En la Cova de Roures
(Castellón) en uno de sus paneles observamos un enfrentamiento
bélico desigual entre dos grupos de guerreros armados con arcos y
actitud de ataque, sin que ninguno de los grupos dispare ni se
observen heridos, posiblemente representando los momentos
preliminares de la batalla. El grupo de la izquierda los forman 5
individuos y dos el de la derecha.
En otra cueva
castellonense, el Barranc de les Dogues, el enfrentamiento bélico se
hace patente. El campo de batalla presenta 27 guerreros divididos
también en dos grupos desiguales, se observa munición de reserva y
a uno de los guerreros huyendo herido con una flecha clavada en su
muslo.
El Molino de las Fuentes
(Albacete) ofrece una batalla masiva de hasta 37 individuos, con una
composición más compleja que nos muestra algunos detalles de la
estrategia. Una parte de los guerreros disparan como si desde una
posición ventajosa dispararan desde un alto, mientras otros
permanecen de pie y un grupo de retarguardia aguarda parapetado tras
un muro.
Un aspecto diferente de
la guerra lo tenemos plasmado en Cova Remigia (Castellón) o en Cueva
de la Vieja de Alpera (Albacete) en que los dibujos simbolizan
escenas de ejecuciones de prisioneros. Un pelotón de arqueros o bien
disparan sobre los prisioneros o bien muestran su júbilo al caer
abatidos por las flechas.
Me quedo con éste artículo. Un saludo.
ResponderEliminarEs muy valioso el artículo, aunque sería interesante que incluyera alguna bibliografía de referencia o algo así :)
ResponderEliminarVoy a hacer una crítica, citándote. ‘’Esa violencia tiene que estar desasociada de los brotes de violencia cuyos factores desencadenantes tienen raíces más o menos personales;’’ ¿Entonces, la ‘’Guerra de Troya’’ no fue una guerra? … Era broma. Ya.. empiezo. Vamos a abusar un poquito de las citas, porque si no se nos haría muy largo. ‘’ los primeros enfrentamientos bélicos emergen por el control del territorio de los primeros grupos humanos que desarrollan un proceso de patrimonialización de ese territorio’’; Si te referías a los primeros agricultores, vas mal, porque antes de la agricultura y antes siquiera de ser homo sapiens, todas las especies humanas han sido y son territoriales, de forma natural (como casi todos los animales). Aquí he encontrado prejuicios ideológicos con un poco de conspiracionismo: ‘’Estos argumentos son bastante débiles y en realidad esconden los prejuicios ideológicos que buscan la justificación de la violencia actual en el pasado, como forma de justificar el orden establecido’’.
ResponderEliminar‘’ En el Neolítico como consecuencia del nuevo sistema productivo se van produciendo una serie de cambios que larvan las condiciones necesarias para el surgimiento de las primeras guerras. Los grupos humanos abandonan el nomadismo o seminomadismo definitorio de las etapas precedentes, creando los primeros poblados y aldeas estables que llevan consigo una territorialización latente de las tierras circundantes, la acumulación de excedentes a partir de la ganadería y la agricultura, así como otros bienes como por ejemplo objetos de adorno a los que se asocia cierto prestigio social, la creación de la religión con dioses que idealizan al ser humano y de las ideologías, son todos factores determinantes para el estallido de las primeras guerras;’’ Por orden, los grupos que abandonan el nomadismo son las primeras aglomeraciones urbanas de Mesopotamia, esencialmente Súmer. Un famoso hallazgo de una masacre prehistórica en Alemania, muestra claramente un acto de guerra, o peor, un acto de genocidio contra una tribu ajena. Y no eran agricultores, evidentemente. Los objetos ornamentales que denotaban prestigio o jerarquía, tienen sus orígenes mucho antes de la aparición de la agricultura. Yo creo que la religión puede ser un factor de conflicto, pero no me parece que en las sociedades prehistóricas fuera un problema muy gordo, todos tenían religiones muy parecidas y muchas zonas compartían dioses y panteón, yo pienso que el fanatismo religioso empezó más tarde con Akenatón, los egipcios y luego los hebreos y los romanos. Las primeras sociedades urbanas de Mesopotamia fueron bastante respetuosas (con alguna excepción) con los pareceres religiosos de sus vecinos, por lo que mencioné antes.
ResponderEliminar’’Las circunstancias antes descritas permiten observar un progresivo proceso de militarización asociado a las protociudades neolíticas. De este modo en el registro arqueológico se comienzan a documentar los primeros sistemas defensivos en torno a las ciudades. …en el Neolítico se generalizó el uso de fosos concéntricos en torno a los poblados, probablemente reforzados con empalizadas de madera, signo inequívoco del incremento de la violencia política.’’ No estoy completamente de acuerdo porque, aunque es cierto que la violencia tuvo un incremento con la aparición de las ciudades, no tuvo su ahí su origen que es a lo que vamos. Si hay registros fortificados de aldeas y ciudades neolíticas y no los había antes, es sencillamente porque no eran sedentarios, es decir, si nos vamos de aquí el mes que viene para qué **** vamos a hacer un foso o una muralla de piedra. Supongo que harían fortificaciones fáciles de hacer y temporales. Una vez sedentarios construyamos una muralla de 3 metros con triple foso, con dos cojones. ‘’ Además, para fundamentar el origen neolítico de la guerra tenemos un testigo de excepción de la época: las representaciones parietales macroesquemáticas.’’ Bueno, realmente no sé porqué no dibujaban conflictos armados, desde que aparecieron las primeras pinturas rupestres. Pero su ausencia no quiere decir necesariamente que no se produjeran, tal vez lo vieran como algo demasiado normal, o eran demasiado infrecuentes por la densidad poblacional y no se producían. Aunque en definitiva no digo que el origen de la guerra no fuera Neolítico, sino mas bien, citando a uno, ‘’Los agricultores fueron los fundadores de la civilización’’; y yo añadiría: ‘’,pero no de la guerra’’.
ResponderEliminarEl Salvajismo, desde el Homo Hábilis, con una economía de subsistencia, determina la competencia tribal y la rapiña (incluso el canibalismo). Es una guerra de horda casi animal. La aparición de excedentes, con ganaderia y agricultura, en la Barbarie, origina división de estamentos, Estado, ejército y guerra entre ciudades-estado...hasta hoy
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