Por motivos obvios el conocimiento arqueológico que podemos tener del espacio doméstico y social de los grupos humanos del Paleolítico superior siempre nos ha venido dado por las inferencias que la ciencia puede hacer del registro arqueológico, analizando por un lado la distribución espacial de los yacimientos tanto en cuevas como al aire libre y por otro los propios restos arqueológicos relacionados con la domesticidad más cercana. Ejemplo de esto pueden ser la cabaña de Mèzine (Ucrania) o la interpretación de las camas neandertales de El Esquilleu (Cantabria) entre tantos otros.
Sin embargo, resulta difícil encontrar representaciones gráficas en las que los cromañones que poblaron las tierras paleolíticas plasmaran los lugares donde desarrollaron su vida más cotidiana, los espacios de socialización más íntima si se puede decir así. Afortunadamente la acumulación de trabajos de investigación y documentación nos va aportando una visión cada vez más amplia del mal llamado arte paleolítico.
En el arte paleolítico, metafóricamente, primero se salió de la cueva para documentar representaciones en abrigos y al aire libre, después se fue ampliando el abanico de interpretaciones significativas más allá de las explicaciones “trascendentales”, y ahora cada poco a poco se va diversificando más la nómina de temáticas registradas que se suman a las ya tradicionales: signos abstractos, animales reales y míticos, ser humano en abstracto, alguna escena de caza...Últimamente se propone la presencia de retratos personales y sobretodo por primera vez se ha propuesto la hipótesis de la representación de un paisaje doméstico, concretamente de un grupo de cabañas que será el eje vertebrador de este artículo.
Autores: Marcos Díez-Manuel Vaquero
La hipótesis en contexto
La hipótesis se basa en el análisis de un grabado sobre una plaqueta de esquisto documentado en el yacimiento del Molí del Salt y que cuenta con una datación estimada en 13.800 B.P. (Magdaleniense). Los investigadores que han trabajado sobre ella proponen interpretar la representación como la plasmación de un campamento de cazadores-recolectores de finales del Pleistoceno. El soporte en plaqueta tiene unas dimensiones de 18 cm de largo y 8,5 de ancho. El artículo se publicó en diciembre de 2015 en la revista en línea PLoS ONE y está firmado por Marcos García-Diez y Manuel Vaquero.
Autores: Marcos Díez-Manuel Vaquero
La plaqueta presenta al menos siete motivos semiesféricos, y en el interior de cada uno se aprecia el grabado de líneas internas paralelas y oblicuas dispuestas en sucesivas filas. En base a la morfología de los grabados los autores del estudio proponen la presencia de un conjunto de siete chozas que previsiblemente representa la plasmación de la escena cotidiana que en un momento concreto estuviese observando uno de los miembros del grupo. Los análisis microscópicos y comparativos infieren una ejecución cronológica delimitada en un espacio de tiempo reducido así como el empleo de técnicas e instrumentos similares para todos los grabados.
Para sustentar su propuesta interpretativa los investigadores recurren, además de a los análisis de los motivos individuales que someramente hemos descrito con anterioridad, a la observación de la composición y a su contextualización etnográfica y arqueológica. Los grupos de cazadores-recolectores actuales como los !Kung construyen cabañas formalmente asimilables a los grabados del Molí de Salt. De la misma forma el número de cabañas teóricamente representadas en la plaqueta encaja dentro del tamaño, siempre reducido, de los grupos humanos caracterizados por un sistema económico cazador-recolector, unos 40. De ser correcta dicho interpretación estaríamos una de las primeras representaciones del espacio doméstico y social de un grupo humano.
Molí del Salt
El Molí de Salt es un yacimiento catalán localizado en Vimbodí i Poblet (Tarragona) con un abundante conjunto de restos arqueológicos, la mayoría herramientas de sílex y restos de la fauna típica registrada en los yacimientos paleolíticos: bóvidos, ciervos, cabras y jabalís. Las primeras referencias al yacimiento datan de la mitad del s. XX. El conjunto arqueológico recuperado hasta el momento data del final del Paleolítico superior y principios del Mesolítico. También cuenta en su registro arqueológico con una apreciable colección de arte mueble, colgantes hechos con conchas y varias placas de piedra recubiertas de pigmento rojo y grabados con trazo fino y con motivos animales (cérvidos y équidos).
Autores: Marcos Díez-Manuel Vaquero
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